Dichosa eres, Virgen María,
que llevaste en tu seno al autor del universo,
engendraste al que te creó
y permaneces virgen para siempre.
Concédenos, Dios omnipotente y eterno,
que los que con gozo veneramos
la intacta virginidad de la Virgen María,
logremos, por su intercesión,
la limpieza del cuerpo y del alma.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Lectura del Cantar de los Canatares, 2, 10-14
Habla mi amado y me dice: ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Porque ha pasado el invierno, las lluvias han cesado y se han ido, brotan flores en la vega, llega el tiempo de la poda, el arrullo de la tórtola se deja oír en los campos; apuntan los frutos en la higuera, la viña en flor difunde perfume. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Paloma mía que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz, porque es muy dulce tu voz, y es hermosa tu figura.
Palabra de Dios
Salmo, 44, 11-12. 14-15a. 16-17
R/.Escucha, hija, mira, inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el Rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor. R/.
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el Rey, con séquito de vígenes,
la siguen sus compañeras.R/.
La traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
A cambio de sus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos, 8, 28-30
Sabemos que todo concurre al bien de los que aman a Dios, de los llamados según su designio. A los que escogió de antemano los destinó a reproducir la imagen de su Hijo, de modo que fuera él el primogénito de muchos hermanos. A los que había destinado los llamó, a los que llamó los hizo justos, a los que hizo justos los glorificó.
Palabra de Dios.
R/.Aleluya, aleluya
Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dioa.
R/.Aleluya
Lectura del santo Evangelio según san Lucas, 1, 26-38
El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo: —Alégrate, favorecida, el Señor está contigo. Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase de saludo era aquél. El ángel le dijo: —No temas, María, que gozas del favor de Dios. Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reinado no tenga fin. María respondió al ángel: —¿Cómo sucederá eso si no convivo con un varón? El ángel le respondió: —El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te hará sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios. Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses. Pues nada es imposible para Dios. Respondió María: —Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue.
Palabra del Señor.
El amor y la gracia de tu Hijo, hecho hombre por nosotros, sea nuestro socorro, Señor; y el que, al nacer de la Virgen, no menoscabó la integridad de su madre, sino que la santificó, nos libre del peso de nuestros pecados y vuelva así aceptable nuestra ofrenda delante de tus ojos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R/. Es justo y ncesario.
En verdad es justo y ncesario
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque has dado a tu Iglesia
como imagen purísima de la sangra materna
y de la gloria futura
a la bienaventurada Virgen María.
Ella es la Virgen
que resplandece por la integridad de su fe;
la esposa, unida a Cristo
con el vínculo indisoluble del amor
y asociada a su pasión;
la madre, fecunda por la acción del Espíritu Santo
y solícita por el bien de todos los hombres;
y la Reina adornada
con la sjoyas de las mejores virtudes
vestida de sol, coronada de estrellas,
partícipe para siempre de la gloria de su Señor.
Por él, adoran los ángeles tu majestad,
alegres por siempre en tu presencia.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando tu alabanza:
Se han dicho de ti, María, cosas gloriosas
pues el Poderoso ha hecho cosas grandes por ti.
Al recibir estos sacramentos, Señor,
imploramos tu bondad,
que los que veneramos la Pureza de la Virgen María
merezcamos, gracias a su protección maternal,
hacernos partícipes del banquete eterno.
Por Jesucristo nuestro Señor.