Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
entan graciosa belleza.
A Ti, celestial princesa
Virgen Sagrada María,
te ofrezco en este día,
alma, vida y corazón.
mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
Ant. 1. Como lirio entre espinas, así es mi Amada entre las doncellas.
Salmo 112
Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. (Lc 1, 52)
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Gloria al Padre.
Ant. 1. Como lirio entre espinas, así es mi Amada entre las doncellas.
Ant. 2. Mi Amado para mí y yo para mi Amado.
Salmo 147
Ven y te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. (Ap 21, 9)
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre.
Ant. 2. Mi Amado para mí y yo para mi Amado.
Ant. 3. Cuán hermosa, Amada mía, cuán hermosa eres.
Cántico Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre.
Ant. 3. Cuán hermosa, Amada mía, cuán hermosa eres.
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo!, quien por medio del Mesías nos bendijo con toda clase de bendiciones espirituales del cielo. Por él nos eligió, antes de la creación del mundo, para que por el amor fuéramos consagrados e irreprochables en su presencia. Por Jesucristo, según el designio de su voluntad nos predestinó a ser sus hijos adoptivos de modo que redunde en alabanza de la gloriosa gracia que nos otorgó por medio del Predilecto.
V. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido intacta.
R. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido intacta.
V. Madre de Dios, intercede por nosotros.
R. ¡Oh Virgen!, has permanecido intacta.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido intacta.
Magnificat, ant. Nada manchado hay en Ella, es esplendor de la luz eterna y espejo sin mancha.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre.
Pongámonos bajo la mirada de nuestra madre purísima, la Virgen María, y pidiendo su intercesión dirijamos nuestra plegaria a Cristo Jesús, Señor y Salvador nuestro:
Interceda por nosotros, Señor, la Virgen de la Pureza.
Señor Jesús, que has confiado a la Iglesia la misión de anunciar el Evangelio y de promover la dignidad del hombre,
— haz que sea testimonio de tu amor universal y contribuya a la elevación humana y espiritual de todos los hombres.
Señor Jesús, maestro de mansedumbre y humildad,
— por medio de tu Espíritu abre nuestros corazones a la luz de la verdad y a la inteligencia de la fe.
Señor Jesús, que nos atraes hacia ti con la fuerza del amor,
— concede a todas las religiosas de nuestra Congregación que, bajo la mirada de nuestra Madre de la Pureza, sigan constantemente tus huellas y no te abandonen jamás.
Señor Jesús, de quien procede toda vocación,
— haz que respondan con generosidad las jóvenes que llamas a tu seguimiento y al servicio del Reino en nuestra Congregación.
Señor Jesús, manantial de vida pura e inmortal,
— introduce a las religiosas de la Pureza y a todos los fieles difuntos en la ciudad de la luz y de la paz.
A Dios Padre, que ama la oración que sube de manos inocentes y puro corazón, dirijamos la plegaria de Jesús, nuestro Hermano mayor: Padre nuestro…
Concédenos, Dios omnipotente y eterno, que los que con gozo veneramos la intacta virginidad de la Virgen María, logremos por su intercesión, la limpieza del cuerpo y del alma. Por nuestro Señor Jesucristo.