Turistas o peregrinos

Por la vida podemos viajar como turistas o como peregrinos. Yo prefiero zambullirme 100% en las aguas de la vida y disfrutar al máximo aunque me embarre.

Emprender un viaje casi siempre hace ilusión (excepto si es por motivos de trabajo). Pero normalmente en los viajes siempre hay un momento de regreso a casa. Cuando el viaje comienza sabemos perfectamente que un día concreto regresaremos a nuestro hogar. Lo normal es que todo el mundo tenga hogar.

La vida, sin embargo, es como un viaje sin retorno. Vuelves a los sitios de tu infancia y no están igual. Reencuentras a tus amigos y no son los mismos. Te miras a ti mismo y te das cuenta de que te encuentras en un viaje continuo. Ya lo decía Heráclito: «Nada es, todo fluye» o lo que hoy se conoce como la «dinámica de lo abierto»: «somos seres en continuo movimiento». Es natural, todo fluye con avances y retrocesos. No sólo nosotros, también la historia.Y me gusta que sea así, pero yo diría: seres en continuo crecimiento, aprendiendo cada día torpemente a existir.

Volvamos al viaje. Ahora recuerdo a un jesuita que hace años me ayudó mucho en el crecimiento espiritual. Él decía: Se puede viajar como turista o como peregrino. El turista va comúnmente dentro de un autobús, sentado y cómodo con aire acondicionado o calefacción si hace frío o calor, viendo los paisajes y las gentes por la ventana. El peregrino va a pie, enfangándose, topándose con la gente sencilla de los caminos, ligero de equipaje, dispuesto a los imprevistos.

Casi todos tenemos experiencia de ambos modos de viajar. El turista no se embarra aunque vuelva a casa a descansar. El peregrino está dispuesto a todo con tal de alcanzar su fin. Yo, sinceramente, prefiero zumbullirme 100% en la vida, aunque ello conlleve tocar el barro y ensuciarme. No podría perderme la alegría del encuentro con tantos hermanos desconocidos que aparecen en cada recodo del camino. Ni el asombro de tantos rostros sencillos que luchan por vivir.

Lo importante es saber hacia dónde voy y cómo quiero llegar. Pienso en los miles de miles que están convencidos de que la muerte es su fin. Qué difícil me resultaría poner ilusión para llegar a la nada. Para mí,  el altruismo por sí mismo es un sinsentido. Pero el altruista al menos disfruta del gozo de darse. Ya lo dijo Jesús hace miles de años: «Hay más felicidad en dar que en recibir». Pienso en los que ni siquiera creen en el altruismo, en los perfectos egoístas.

El viaje sin retorno en realidad no es tal. Al final nos dirigimos hacia la casa de dónde salimos. Todos tenemos un hogar que nos espera y un Padre-Madre que nos abrace. No le importará que el día que yo regrese, vuelva acompañado de muchos hermanos que me audaron a caminar.

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DATOS DE LA FOTO

Modo de exposición: Exposición manual
Programa de exposición: Manual
Tiempo de exposición: 1 / 1000
Flash: El flash no se ha disparado
FNumber: 4
Longitud focal: 35
Long. focal película 35 mm: 52
Clasific. velocidad ISO: 400
Modelo de lente: 35.0 mm f/1.8
Valor de apertura máx.: 1.6
Modalidad de medición: Punto
Valor de velocidad del obturador: 9.965784
Balance de blancos: Balance de blancos automático
Modelo de lente: 35.0 mm f/1.8

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