Solidaridad en tiempo de crisis

REPORTAJE PARA EL MUNDO (BALEARES), PUBLICADO EL DOMINGO 21 DE OCTUBRE 2012

Es mallorquina y lleva 26 años en el Perú, viviendo en una zona urbana marginal de Lima. Cuando llegó ahí, el barrio no contaba con agua, ni luz, ni mucho menos teléfono. Hoy tienen hasta Internet, aunque muchas veces no tengan ni qué comer. Se llama Margarita Colmillo y es religiosa Hija de la Caridad. Una de esos 143 misioneros que tiene Mallorca por el mundo (25 en África, 102 en América del Sur, nueve en América del Norte, seis en Asia, uno en Oceanía).

Colmillo pertenece a uno de los 1.069 territorios de misión que reciben ayuda de las Obras Misioneras Pontificias (OMP), implantados en 116 países. Forman un 36,16% de las zonas de la Iglesia Católica en el mundo. Se consideran como tal aquellos territorios que no pueden subsistir por sí mismos por carecer de recursos humanos y económicos para desarrollar la misión de evangelizar. Son datos que ofrece la Dirección Nacional OMP.

El 67% de la humanidad no está  bautizada y el 17% de los católicos necesitan de una nueva Evangelización, según los mismos datos de la OMP. Para Sebastián Salom, sacerdote mallorquín que lleva 13 años en Burundi, lo más importante de su misión es “sin duda el hecho de estar al lado de los preferidos de Jesús, que son los más pobres, ayudándoles a ser cristianos y ayudándoles a vivir humanamente mejor”. Él cuenta a EL MUNDO: “La primera vez vine a Burundi para ‘dar’ algo de mí. Las otras dos veces vine sobre todo para ‘recibir’. Vivir en Burundi supone para mí una continua convulsión interior, que fortalece mi fe y renueva constantemente mi manera de ver el mundo y de verme a mí mismo.”

Pero también hay misioneros laicos que trabajan como voluntarios por un período de tiempo. Es el caso de Paula Pascual. Otra mallorquina, una maestra seglar, que tiene dos años de experiencia misionera en Huachaco, Perú. Invierte todo el tiempo de sus vacaciones allí. Cuenta que a su familia le asusta que se vaya tan lejos a un lugar del que sólo saben que es un colegio delante de “un basural”, donde los niños son muy pobres y la gente muere por disparos. Tiene alumnos que además de estudiar, trabajan en el ‘basural’ recogiendo materiales que puedan reciclar. Pero en el barrio viven otros muchos niños que ni siquiera están matriculados en alguna escuela. Una de sus funciones es hacer visitas familiares para concienciar a los padres de la importancia de que sus hijos asistan a la escuela.

La Iglesia Católica atiende en el mundo a 121.564 instituciones sociales. De éstas, el 21% se encuentran en territorios de misión. El aumento de estas instituciones, desde principios de los años 90, es del 360%, según el Anuario estadístico de la Iglesia, 2010. Atienden también a 206.946 instituciones educativas en todo el mundo, de las que un 47,86% se encuentran en territorios de misión y representan un aumento del 11% en un intervalo de 13 años.

El dinero que la gente da “para el Domund” está fundamentalmente destinado a la evangelización y a proyectos sociales, educativos y sanitarios. También a construcción de iglesias, formación básica y permanente de los agentes pastorales, mantenimiento de catequistas misioneros; etc.

Eugenio García, sacerdote misionero, visitó Perú como seglar hace 18 años y al regresar de su viaje le asaltaban continuamente preguntas como “¿por qué tanta pobreza y muerte? ¿por qué tantos excluidos?” Hasta que después de un año y medio decidió iniciar el Seminario y hacerse sacerdote. Hace cinco que vive como misionero en Perú junto a otros dos. Explica a EL MUNDO: “Lo que más me conmueve es la cantidad de niños abandonados o con problemas familiares. Una cosa es oírlo y otra es encontrarte en el lugar cuando acaban de recoger de la basura a una bebé con pocos días de vida que ha sido abandonada. No puedes juzgar sólo acoger y amar”.

El dinero que la gente da “para el Domund” es entregado a las sedes locales de OMP, éstas a su vez lo envían a la Dirección Nacional que las reparte entre las Nunciaturas de los territorios de misión. Son directamente los Nuncios de cada país quienes lo hacen llegar a las misiones locales, cuando éstas solicitan dinero a través de proyectos concretos.

No todos los misioneros pueden contar sus experiencias desde la misión. A la mayoría les faltan recursos mínimos para poder comunicarse con el exterior. Las cartas muchas veces no les llegan y sus familiares pasan largo tiempo sin saber nada de ellos. Otros, incluso, son perseguidos y hay hasta mártires por su fe. En 2012 la Dirección Nacional de OMP tiene constancia de cinco mártires en países como Siria, Guatemala, México, República Democrática de El Congo y Mozambique.

Los cuatro mallorquines entrevistados por EL MUNDO son de esa minoría afortunada por contar con teléfono e Internet, por lo que también pueden seguir las noticias de su país. Sebastián Salom dice que la crisis de España “no es una crisis económica, sino una crisis de valores” y que “en nuestro mundo no aprendemos a comportarnos como una familia, somos ‘homo homini lupus’ (el hombre, un lobo para el hombre).” Para él, “la globalización sin fraternidad es parecida a un gallinero, donde las gallinas indefensas tienen que convivir con el lobo, que se las va comiendo irremediablemente.”

Eugenio García, a su vez, afirma que “necesitamos equilibrar nuestra forma de vida, cuando uno es capaz de sumergirse en la pobreza y en el sufrimiento humano, se da cuenta que para vivir necesita bien poco: Un techo, un plato y sentirse amado”. Margarita Colmillo lo corrobora: “en cambio aquí, que el gobierno dice que en el Perú la economía crece, pero la gente ni se puede plantear hacer un viaje, por lo que sí, crece pero en desigualdad: los ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres.” Finalmente, Paula Pascual no quiere hablar de la crisis, sólo dice que “aunque ahora estemos en este momento, si cada uno pone un poco de su parte y nos ayudamos todos, iremos saliendo.”

Los cuatro coinciden en que España, y Mallorca en concreto, sí es solidaria, “aunque no como antes de la crisis”, según Margarita Colmillo. En cambio, Sebastiá Salom cree que “más en tiempos de crisis”. Paula Pascual aclara que desde que ella va a Perú mucha gente de su entorno da dinero para las misiones, porque ahora “saben que el dinero llega”, afirma.

A nivel mundial, las ayudas recibidas por el Domund se dividen en dos grandes partidas: ayudas ordinarias (24.664.076,92 €) y ayudas extraordinarias (40.799.767,66 €). A esto hay que añadir,17.118.440,00 € destinados a seminarios y centros de formación de misioneros. La suma total destinada a los territorios de misión en el año 2011 fue de 82.582.284,58 €.

España contribuyó con casi 13 millones de euros que fueron repartidos así: 7.825.757,99 € en África, 3.229.423,53 € en Asia, 1.277.629, 23 € en América, 512.783,79 € en Oceanía y 31.009,66 € en Europa.

Mientras en España la imagen de la Iglesia está muy deteriorada, en todas estas zonas es todo lo contrario. Paula dice que para los peruanos con los que ha trabajado “la Iglesia es su casa, su familia, donde están las personas en quienes se pueden apoyar y caminar en la fe”. Y Eugenio García afirma: “Me admira la Fe que se mantiene aquí.” Se trata, según él, de “una Iglesia viva y esperanzada que libera al oprimido y lucha para alcanzar la dignidad de todo ser humano.”

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