21 Dic Una pregunta poderosa, por favor!
Reuniones que aburren, conflictos no resueltos, decisiones inseguras, insatisfacción personal, y un largo etc. son algunas de las situaciones que todos sufrimos alguna vez por no conocer el secreto de una pregunta poderosa. Y no digamos nada de la repercusión de este desconocimiento cuando se trata de la vida espiritual.
Albert Einstein dijo: “Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, yo gastaría los primeros 55 minutos para determinar la pregunta apropiada , por que una vez, supiera la pregunta correcta, yo podría resolver el problema en menos de cinco minutos.”
Pero Occidente sigue empeñado en centrarse más en la «respuesta correcta» y no tanto en descubrir la «pregunta correcta». De hecho, la escuela, por muchas reformas educativas que han ido pasando, sigue evaluando las respuestas de los alumnos (en muchos casos basadas en la memoria) y no tanto su capacidad creativa para hacerse las mejores preguntas. Mientras tanto, en las sedes alemanas de empresas como Daimler, Bayer, Siemens ó SAP, cuentan con un Direktor Grundsatzfragen o «Director de Preguntas Fundamentales”, encargado justamente de eso.
Arno Penzias, nobel de Física en 1978, las llama “la pregunta yugular”. Se trata de esa cuestión que conecta con la fuerza más actualizante de nuestro ser, capaz de ponernos en marcha. Son cortas y simples, abiertas y precisas, orientadas al objetivo y no al problema, centradas en el presente y no en el futuro ni en el pasado, invitan a cambiar de paradigma, a reflexionar y a conectar con lo más profundo de nuestro ser. ¿Qué nos está pasando?
“Así que lo primero que hago cada mañana es preguntarme a mí mismo ‘¿por qué estoy firmemente convencido de lo que creo?’”, asegura Arno Penzias. Y no sé si me equivoco, pero a veces pienso qué pocas preguntas nos hacemos, como si las respuestas que pudiéramos encontrar nos asustaran tanto que preferimos no planteárnoslas.
No estamos viviendo situaciones fáciles. Y todos andamos como locos en busca de grandes soluciones de todo tipo: económicas, sociales, inter-personales, y también intra-personales y espirituales. Queremos soluciones fáciles, eficaces y rápidas. Pero quizás no estamos dispuestos a cuestionarnos mucho. Y sin embargo, necesitamos hacernos esas grandes preguntas yugulares y fundamentales que nos “muevan el suelo”.
No podemos olvidar el “quién” está detrás de nuestras últimas motivaciones, el qué queremos construir, el cómo sabremos que estamos en el camino acertado, el cómo nos sentimos, cómo nos afecta todo lo que vivimos, cuál es el impacto que tiene en los que nos rodean… Necesitamos parar el carro, cuidarnos, protegernos. Jesús dijo amarnos “como” a nosotros mismos, no “en lugar de” nosotros mismos; y a Dios por encima de todos. Vivimos demasiado a prisa pero la vida sólo se vive una vez; no olvidemos que para bien o para mal solo “mío” es el copyright.
Es posible que nuestras respuestas nos saquen de nuestra comodidad, que nos demos cuenta de un nuevo punto de vista, que descubramos cosas realmente interesantes que nos hagan exclamar un “eureka” sorprendente… Y que empecemos a ver de una manera nueva. Nosotros los creyentes lo llamamos “dejarnos hacer por el Espíritu Santo”.
¿No estamos cansados de vivir a rastras cuando hemos nacido para volar? El cansancio puede convertirse un día en hastío… Cada vez estoy más convencida de que necesitamos despertar. Una pregunta poderosa, por favor.
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