De soportar a superar

poetisa

(Larry Downing/Reuters)

30.05.2014 – Mujer, afroamericana, poetisa, activista civil y la primera directora de cine negra en Hollywood. Maya Angelou, autora de la autobiografía “I Know Why the Caged Bird Sings” (Sé por qué canta el pájaro enjaulado), falleció este miércoles en su casa de californoa del Norte (Estados Unidos) con 86 años.

Su vida no fue nada fácil, hija de un matrimonio roto, violada a los siete años por el novio de su madre, vivió la Segunda Guerra Mundial, ejerció la prostitución cuando no tuvo cómo alimentar a su hijo, y desde ahí llegó a periodista, poeta, actriz, bailarina, directora de cine y hasta invitada a leer su poema “On the Pulse of Morning” durante la toma de posesión de Bill Clinton, en 1993. Todo un ejemplo de superación. No muy normal en nuestros días cuando las dificultades hunden con mucha facilidad. Marguerite Ann Johnson, que es su verdadero nombre, luchó como pocas para hacerse un hueco en un mundo que era sólo de los hombres. Pareciera que Yves Bonnefoy pensaba en ella cuando escribió: “El mundo de las palabras salvaguarda del mundo real, o permite soportarlo”. Ella no sólo lo soportó, sino que lo superó.

La poesía ha sido siempre alimento de las almas en momentos de dificultad. Pero también el milagro de quienes saben poner palabras a aquellos sentimientos que otros muchas veces no sabemos definir. Maya Angelou escribió mucho sobre su vida, sobre el tiempo, sobre el amor, sobre la vida cotidiana, etc. Tenía una sabiduría innata o quizás adquirida por las dificultades de la vida: “Aprendí que siempre que decido algo con mi corazón abierto suelo acertar.” Decía verdades enormes como templos: “La vida no se mide por los momentos que respiramos, sino por los momentos que nos dejan sin respiración.” Sabía ser agradecida: “Cuando encontramos a alguien valiente, divertido, inteligente y adorable debemos dar gracias al universo.” Muy realista: “No hagas a nadie una prioridad cuando para él eres sólo una opción.” Con una filosofía de vida impresionante: “No confío en nadie que no se ría.” Y de una profundidad envidiable: “Todos olvidarán lo que dijiste, todos olvidarán lo que hiciste, pero nadie olvidará lo que les hiciste sentir.” Pero nada dice mejor de ella que su fidelidad hacia sus amigos: “Nadie puede llenar el sitio de un amigo, nadie.”

Ojalá no tuviéramos que sufrir para madurar. Ojalá no tuvieran que ser los golpes de la vida los que nos hicieran descubrir las verdades más profundas. Ojalá aprovecháramos más las oportunidades que nos vienen para crecer. Y ojalá hubiera más corazones como el de Maya Angelou. Probablemente el mundo sería un poco mejor. Con toda razón ganó  tres premios Grammy, fue nominada al Pulitzer de Literatura, Tony de teatro y al Emmy de televisión. Esta vez aplaudo el gesto de Barak Obama al darle la “medalla de la libertad”, el galardón civil más prestigioso de Estados Unidos.

Al calor de la luz del amor
abandonamos nuestra timidez
nos atrevemos a ser valientes
Y de pronto vemos que el amor
nos cuesta todo lo que somos
y todo lo que podemos ser.
Y sin embargo es el amor
lo único que nos libera.

(Maya Angelou)

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