11 Dic La revolución del grafiti
Esta mañana he escuchado en Radio 5 Todo Noticias algo sobre Skid Robot, el grafitero que dibuja los sueños de los sin techo en el bario Skid Row de Los Ángeles, el más marginal de todo Estados Unidos. Y la verdad es que me ha llamado mucho la atención porque lo hace para mejorar la sensación de los ‘homeless’ con motivos que ellos desearían y les hacen sentir mejor, aunque sólo estén dibujados. Al principio he pensado que justo ese arte podría crearles más vacío y añoranza a los mendigos, pero luego he recordado a aquel niño iraquí que había perdido a su madre y la dibujó en el suelo. Todo para poder volver a dormir en sus brazos.
Entonces también pensé en mis amigos de Miami, Hugo Flores y Ricardo Grzona, que conocí en el Encuentro Continental de la RIIAL en Lima. Ellos tienen un proyecto de crear grafitis sobre Lectio Divina… ¡impresionante! Me acordé también del movimiento de Acción Poética que busca embellecer las calles de muchas ciudades mediante leyendas en las paredes de las casas (al que me encanta seguir en las redes). Por ejemplo esta:
También pensé en el nuevo arte que, desde octubre de este año 2014, pinta 22 calles de Madrid. Un proyecto llamado «Madrid, te comería a versos», atribuido al grupo llamado Boamistura, muy parecido a Acción poética, aunque más elaborado y no de ciudadanos espontáneos. Pero también una acción ilegal.El grupo usa «plantillas milimétricamente preparadas, cada verso —todos sacados de canciones del músico Leiva y del rapero Rayden, que conocen esta acción— tiene la longitud adecuada al lugar donde se plasma. Pintan con sus sprays blancos y se van al próximo paso. Han superado la veintena y podría haber más, pero la visibilidad que han tenido estas acciones frenará a sus autores» (informa El País). Míralo aquí:
¿Qué poder tiene todo este arte callejero, el dibujo, el grafiti? He de decir que soy fan de todos ellos (llamadme ilegal, desordenada o lo que queráis). El hecho es que vivimos en una sociedad audiovisual saturada por mensajes publicitarios que ya ni vemos ni oímos. Y llegan estos y sí los vemos. Sí nos impactan. No nos dejan igual, producen una emoción interior, al menos en muchos. La gente se detiene, los mira, les saca una sonrisa. Todos ellos pretenden contagiar sentimientos positivos en la gente. Incluso el grafitero dice en un vídeo a EFE que si ha conseguido mover el corazón de alguien para que le dé un dólar a alguno de los mendigos, entonces ya le habrá valido la pena. Y pienso que lo consiguen. En mí lo consiguen.
Todo este arte habla de cosas profundas del ser humano: la necesidad de expresarnos, la urgencia de mensajes positivos en nuestra vida, la pasión por el arte. A veces con versos, otras con dibujos, en algunas zonas con música, o con mimos, pero a fin de cuenta arte, aunque éste sea callejero y pase por el reto de no ser pillado por la policía. Mi pregunta es simple: ¿Por qué triunfa este arte callejero? Es curioso que la misma palabra «grafiti» no aparece en el Diccionario de la RAE sino hasta su última edición. ¿Se trata por tanto de un nuevo arte? ¿Y qué eran las pinturas de las Cuevas de Altamira? Dicen que los primeros hombres pintaban en las paredes lo que querían cazar. ¿No será que nuestros artistas urbanos pintan también aquello que ellos sueñan? Todo parece indicar que sí. Y lo hacen siempre sobre los temas más actuales y con el estilo más moderno. Innovan la realidad artística del momento y son eco de lo que podemos llamar “culturas de la calle” porque es ahí su único espacio posible para expresarse, pero a la vez, porque es desde ahí donde nacen sus inquietudes y recogen lo que critican o sueñan unas mayorías sin otro tipo de voz. Pienso que triunfan porque recogen y contagian lo que la gente de la calle lleva en el corazón como un sueño.
Por eso, no me extraña el proyecto de los grafitis frutos de oraciones de lectio divina. ¿Habrá llegado ya el momento de llevar el Evangelio al arte callejero? No lo sé, pero lo cierto es que estamos viviendo la revolución del grafiti.
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