El problema está en el corazón

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FOTO: JACKY NAEGELEN / Reuters

Publicado en The Objective por Xiskya Valladares

13.05.2016 Una joven francesa se suicida en directo por Periscope. Tenía 19 años y transmitió su suicidio a través de Periscope. Todos sus seguidores pudieron ver cómo se arrojaba a las vías de un tren de París y acababa con su vida. Según se dice, la habían violado y designaba a su agresor. ¿Una forma de protestar? ¿Necesidad de que el mundo hablara de ella? ¿Un desequilibrio mental?
Periscope es una App de Twitter que permite emitir en directo por medio de video, al estilo del ya antiguo “livestream” o el nuevo “live video” de Facebook. Nació del viaje a Turquía de Kayvon Beykpour, el verano de 2013, cuando las protestas en la plaza Takshim. No encontraba por ninguna parte información en video de lo que ahí acontecía. Así se le ocurrió crear lo que hoy conocemos como Periscope. Hace ya varios meses Twitter le compró la App.

En principio los videos que grabas se borran al cabo de 24 horas pero quien los emite puede guardar una copia en su móvil. Esta es la razón por la que la Policía francesa intenta hacerse con el móvil de la chica suicida. Estas Apps suelen tener en su origen fines lícitos y buenos, y no deberían ser ningún problema. La dificultad surge cuando, como con todo, no sabemos usarlo para el bien. Imagino que surgirán adolescentes que transmitan palizas, “graciosos” que se rían de la gente, delincuentes que quieran mostrar sus habilidades al mundo, etc. Y habrá quién eche la culpa a Periscope (o la App de turno) sin querer afrontar la verdadera raíz del problema: el corazón humano.

Sin embargo, Periscope también permite mostrar en tiempo real un evento en solidaridad con los cristianos perseguidos como el de la Fontana di Trevi hace dos semanas en Roma. O acercar la basílica de San Pedro a los católicos que no pueden viajar y permitirles pasar la Puerta Santa. O entrevistar en directo a un personaje de interés público, etc. Periscope es la televisión en la mano para los que no tenemos otro poder. Así como Twitter es la rotativa de los pobres. O Instagram la galería del anónimo. Vivimos en un mundo donde todos podemos tener voz, pero no sé hasta qué punto usamos esta oportunidad para hacerlo mejor.

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